La tensión entre Estados Unidos y Venezuela aumentó cuando dos bombarderos B-52 estadounidenses volaron cerca del espacio aéreo venezolano, lo que llevó a Caracas a enviar un F-16 y desplegar tropas en zonas estratégicas. Aunque el gobierno aseguró que todo seguía con normalidad, afirmó estar listo para defender el país. Coincidentemente, ese mismo día llegó a Maiquetía un grupo de venezolanos deportados desde Texas, reflejando el contraste entre la tensión militar y la crisis migratoria.

Un día después de que María Corina Machado recibiera el Premio Nobel de la Paz, Venezuela anunció el cierre de su embajada en Oslo, lo que muchos interpretaron como una reacción política. Noruega aceptó la decisión pero expresó su deseo de mantener el diálogo. Además, se aclara que el gobierno noruego no decide el Nobel, sino que la ceremonia se realiza en Oslo por disposición del testamento de Alfred Nobel.

Tras la autorización de Trump para que la CIA actúe en Venezuela, Maduro respondió acusando a Estados Unidos de intentar desestabilizar al país mediante una “guerra psicológica” y una intervención abierta para cambiar el gobierno. Señaló que esta confesión de intromisión es inédita y la calificó de “honestidad macabra”. También comparó la situación con golpes de Estado históricos en América Latina atribuidos a la CIA. Además, la vicepresidenta Delcy Rodríguez negó una noticia que afirmaba que ella había propuesto un gobierno de transición sin Maduro, considerándola un intento de dividir al liderazgo venezolano.